
Shun / Historia Original / OneShort
Resumen: El crujir de una rama me espanto de tal manera que caí al suelo bruscamente, trate de arrastrarme sintiendo como mis ojos se inundaban en lágrimas, temblaba solo de miedo…
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Corría desesperadamente, las rocas en el suelo habían logrado causar heridas en mis pies descalzos, pero tenia tanto miedo de detenerme… miraba en todas direcciones asustada, entre la verde vegetación trataba de encontrar a mi agresor, aquel ser tan despiadado que no dudaba en halar de un gatillo arrebatando las almas de quienes yo mas amaba, ese sujeto se llevaba a las mujeres que consideraba merecedoras de su lasciva mirada… alejándolas de su familia, arrebatándoles su más pura esencia.
El crujir de una rama me espanto de tal manera que caí al suelo bruscamente, trate de arrastrarme sintiendo como mis ojos se inundaban en lágrimas, temblaba solo de miedo… la pequeña figura de mi hermano menor se abrió paso entre la hierva, un respiro volvió a mi alma al ver que el aun continuaba sano y salvo. Tome su pequeña mano y le hice una señal de que guardara silencio, trate de avanzar hasta encontrar unas ya olvidadas columnas de piedra, le dije muy suavemente que se quedara ahí y que en la tarde regresara a casa, donde quizá nuestra madre aun le esté esperando.
No quería dejarlo, pero era mejor que no permaneciera a mi lado, ese hombre seguramente le haría daño, no soportaría escuchar su llanto mientras era presa del odio que sentían aquellos por nuestra raza, hombres de piel diferente a la nuestra. No lograba entender por que nos aborrecían tanto, por que no soportaban vernos… aun en el filo de nuestras diferencias físicas tenían la opción de dejarnos vivir en paz, así como nosotros se lo permitíamos, a final de toda cuenta, las palmas de las manos de todos aquellos que poblamos esta tierra son iguales.
Me sentí perdida en mi propio hogar, cada árbol ahora me parecía un aliado de quien tenía las manos manchadas en sangre, ahogue un sollozo dando vueltas en el mismo lugar, el brillante cielo se veía tan lejano. Aquel olor intoxicante inundo el espacio, dirigí mi mirada temblante a un lugar perdido, justo a mis espaldas, podía sentirlo cerca…
Quede inmóvil, perdí el aire… mi corazón bombeaba lleno de horror, logre ver sus ojos que al contacto con los míos me quito el alma, tanto desagrado por simplemente una pigmentación. Su compañero dio un tiro al aire, la pólvora que escapo del arma y ahora ensuciaba el aire antes puro me hipnotizó. De entre las entrañas de ese majestuoso ser que era la naturaleza escuche el llamado asustado de mi pequeño hermano, no… el no tenia la culpa de que sus ojos no fueran un reflejo del cielo, ni que su cabello no fuera miel enredándose en lo níveo de su piel .
No lo pensé mucho para lanzarme en dirección a ese llamado doloroso, pero su mano, grande y áspera me tomo del brazo, presionando fuertemente logrando un ligero adormecimiento en mi extremidad, no sentí dolor, solo era presa de la enorme preocupación por quien era una brillante estrella en mi vida. Otro hombre más traía a mi hermano entre sus brazos, agradecí a los dioses que fuera cuidadoso con su frágil cuerpo. Aquel que me tenía fuertemente agarrada susurro en mí oído palabras que a duras penas pude comprender, solamente me daba a elegir quien iría a vivir el calvario junto a ellos. Lo mire con rabia, escupí en su cara dando pie a un golpe que me dejo en el suelo, por el orgullo que me inculco mi padre no mostré sumisión a su ataque. Dio unas señas al más joven de sus acompañantes, quien traía a mi hermano en sus brazos, este lo dejo entre la hierba. La respiración acompasada de su pequeño cuerpo me entrego tranquilidad, sonreí en mi interior deseándole el mejor de los futuros.
Las cadenas han logrado lacerar la piel en mis tobillos y muñecas, lamentablemente este es uno de sus castigos para quienes ellos creen inferiores, personas como yo, que son escoria por simplemente no seguir la delgada y alta barda de lo que son sus tolerantes.
Recibo cada día y cada nuevo maltrato en el por la simple ilusión de creer que en un futuro no habrán más como yo, que no existirán más pequeños dormidos entre la hierva, que no se derramarán mas lagrimas de niñas obligadas a soltar el pecho de su madre, que la valentía de hombres no será merecedora de un castigo cruel. La simple esperanza de que un día todos puedas ver nuestras manos, y en ellas el mundo que se refleja.
El crujir de una rama me espanto de tal manera que caí al suelo bruscamente, trate de arrastrarme sintiendo como mis ojos se inundaban en lágrimas, temblaba solo de miedo… la pequeña figura de mi hermano menor se abrió paso entre la hierva, un respiro volvió a mi alma al ver que el aun continuaba sano y salvo. Tome su pequeña mano y le hice una señal de que guardara silencio, trate de avanzar hasta encontrar unas ya olvidadas columnas de piedra, le dije muy suavemente que se quedara ahí y que en la tarde regresara a casa, donde quizá nuestra madre aun le esté esperando.
No quería dejarlo, pero era mejor que no permaneciera a mi lado, ese hombre seguramente le haría daño, no soportaría escuchar su llanto mientras era presa del odio que sentían aquellos por nuestra raza, hombres de piel diferente a la nuestra. No lograba entender por que nos aborrecían tanto, por que no soportaban vernos… aun en el filo de nuestras diferencias físicas tenían la opción de dejarnos vivir en paz, así como nosotros se lo permitíamos, a final de toda cuenta, las palmas de las manos de todos aquellos que poblamos esta tierra son iguales.
Me sentí perdida en mi propio hogar, cada árbol ahora me parecía un aliado de quien tenía las manos manchadas en sangre, ahogue un sollozo dando vueltas en el mismo lugar, el brillante cielo se veía tan lejano. Aquel olor intoxicante inundo el espacio, dirigí mi mirada temblante a un lugar perdido, justo a mis espaldas, podía sentirlo cerca…
Quede inmóvil, perdí el aire… mi corazón bombeaba lleno de horror, logre ver sus ojos que al contacto con los míos me quito el alma, tanto desagrado por simplemente una pigmentación. Su compañero dio un tiro al aire, la pólvora que escapo del arma y ahora ensuciaba el aire antes puro me hipnotizó. De entre las entrañas de ese majestuoso ser que era la naturaleza escuche el llamado asustado de mi pequeño hermano, no… el no tenia la culpa de que sus ojos no fueran un reflejo del cielo, ni que su cabello no fuera miel enredándose en lo níveo de su piel .
No lo pensé mucho para lanzarme en dirección a ese llamado doloroso, pero su mano, grande y áspera me tomo del brazo, presionando fuertemente logrando un ligero adormecimiento en mi extremidad, no sentí dolor, solo era presa de la enorme preocupación por quien era una brillante estrella en mi vida. Otro hombre más traía a mi hermano entre sus brazos, agradecí a los dioses que fuera cuidadoso con su frágil cuerpo. Aquel que me tenía fuertemente agarrada susurro en mí oído palabras que a duras penas pude comprender, solamente me daba a elegir quien iría a vivir el calvario junto a ellos. Lo mire con rabia, escupí en su cara dando pie a un golpe que me dejo en el suelo, por el orgullo que me inculco mi padre no mostré sumisión a su ataque. Dio unas señas al más joven de sus acompañantes, quien traía a mi hermano en sus brazos, este lo dejo entre la hierba. La respiración acompasada de su pequeño cuerpo me entrego tranquilidad, sonreí en mi interior deseándole el mejor de los futuros.
Las cadenas han logrado lacerar la piel en mis tobillos y muñecas, lamentablemente este es uno de sus castigos para quienes ellos creen inferiores, personas como yo, que son escoria por simplemente no seguir la delgada y alta barda de lo que son sus tolerantes.
Recibo cada día y cada nuevo maltrato en el por la simple ilusión de creer que en un futuro no habrán más como yo, que no existirán más pequeños dormidos entre la hierva, que no se derramarán mas lagrimas de niñas obligadas a soltar el pecho de su madre, que la valentía de hombres no será merecedora de un castigo cruel. La simple esperanza de que un día todos puedas ver nuestras manos, y en ellas el mundo que se refleja.